Por Mauricio Botero Caicedo
Hace unos meses argumentábamos en nuestra columna en ‘El Espectador’ que la ‘Moratoria’ de la deuda de Correa en Ecuador, lejos de ser un éxito, era un fracaso.
La posición contraria la sostenía el profesor Beethoven Herrera, quién con un discípulo suyo argumentaba que dicha moratoria había sido un éxito. El tiempo parece estar dándonos la razón. Correa, el presidente del Ecuador que insiste en aparecer en público con verdadera pinta de ‘galán de vereda’, tiene muy pocas alternativas: Una de ellas es ponerse las ‘rodilleras’ y suplicarle a China que le preste más recursos. Los chinos, que exigen el pago es especie – es decir dólares atados al precio del crudo – van a apretar el nudo y Ecuador va a seguir hipotecado, no por unos lustros más, sino por decenas y decenas de años. Otra alternativa es seguir impulsando la ‘moneda virtual’ con el respaldo del gobierno de Correa. Esta ‘moneda virtual’ es una especie de ‘bitcoin’ del Chimborazo, en dónde Correa y sus asesores pretenden minimizar las ataduras de tener una economía dolarizada pero donde se corre el riesgo de alimentar una inflación desenfrenada. Cualquiera que sea el camino, la moratoria de Correa que tenía más de ideología que nada, va a terminar siendo un rotundo y completo fracaso.
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Dilma Roussoff, la presidente del Brasil, cada día se acerca más a su renuncia. Con una popularidad del ocho por ciento y bajando, los brasileiros exigen que asuma su responsabilidad en el mayor escándalo de corrupción en el Brasil, Petrobras. La Roussoff, oronda y lironda, afirma que ella no tenía ni idea de lo que estaba pasando, a pesar de haber desempeñado la presidencia del Consejo de dicha empresa durante ocho años. El electorado no come ese cuanto tan fácilmente y exige su renuncia, ya sea por corrupta o por idiota. El Brasil tiene una larga historia de tenerle poca paciencia a los gobernantes corruptos o ineptos.
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Finalmente, otra que corre un serio riesgo de no poder terminar su mandato es Michelle Bachelet en Chile. La presidenta de este bello y pujante país se ha visto envuelta en un escándalo de corrupción en la que los principales actores son su hijo y su nuera. La Bachelet ha manejado el escándalo con evasivas y equívocos que han llevado al desplome de su popularidad. Adicionalmente, la presidente no ha sabido reaccionar ante el desplome de los precios del cobre aunado a un amago de recesión mundial. En vez de tomar medidas contra cíclicas para aumentar la inversión, se ha dedicado a frenarla por el camino de mayores impuestos acompañados de mayores gastos. ¿Será que en Colombia vamos por ese mismo camino?