La toma a sangre y fuego del Palacio de Justicia por el M-19 hace 30 años
–Este viernes 6 de noviembre se cumplen 30 años de la “toma” a sangre y fuego del Palacio de Justicia por un comando de aproximadamente 32 integrantes del grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril, M-19. Una Comisión de la Verdad que se integró para esclarecer los hechos, reconstruyó paso a paso la forma como se produjo el sangriento episodio y para conocimiento de las nuevas generaciones transcribimos a continuación esos hechos.
“Aprovechando la escasa vigilancia del Palacio de Justicia, el 6 de noviembre, entre las 10:30 y las 11:00 de la mañana ingresaron a sus instalaciones un total de siete personas armadas, vestidas de civil, quienes pertenecían al M-19. La actividad de inteligencia previa en el Palacio venía desarrollándose por parte de este grupo desde el junio de 1985, cuando el mando central presidido, por Álvaro Fayad, tomó la decisión del asalto.
La Comisión de la Verdad, tras haber corroborado las diferentes versiones y el número total de insurgentes que ingresaron al Palacio, considera que siete guerrilleros del M-19 conformaron el grupo de filtración que entró con anterioridad a la toma.
Dos de los guerrilleros del M-19 se ubicaron en la Secretaría del Consejo de Estado, dos en la Secretaría de la Sección Tercera, dos en la cafetería y una mujer en el cuarto piso. De este grupo, al mando de Alfonso Jacquin, se conoce que hacían parte también Irma Franco Pineda (alias ‘Leonor’), Roque, Pilar y Natalia, quienes luego se integrarían a los pelotones y escuadras con responsabilidad táctica en cada uno de los pisos del Palacio.
Jacquin, quien se encontraba en la Secretaría de la Sección Tercera del Consejo de Estado, pidió prestado el teléfono y llamó entonces, desde el Palacio, a Luis Otero, quien esperaba con los demás integrantes del Comando en la casa de la calle 6ª Sur con carrera 8ª, para informarle que todo estaba bien e indicarle que no había policía. En ese momento partieron los tres carros en los que se transportaban 28 guerrilleros hasta el Palacio para ingresar por el sótano.
Un cuarto grupo c ompuesto por alias Lázaro, Abraham, Diana, Levy, Mario y Mateo , cuyos integrantes entrarían a pie por la puerta principal, y el vehículo en que se iban a desplazar debería incorporarse a la caravana, pero no salió a tiempo por un error de coordinación interna.
Cuando íbamos a la altura de la 9ª con 11 escuchamos los tiros. Los compañeros ya habían entrado. Avanzamos una cuadra más y nos bajamos para entrar “como sea”. Sacamos las armas y en ese trayecto de la 9ª a la 8ª la gente nos decía que si éramos del DAS, que fuéramos a hacer algo rápido porque se metieron unos ladrones al Palacio. Cuando llegamos ahí estaba la Guardia Presidencial y estaban apostados.
La puerta principal del Palacio ya estaba cerrada. Intentamos entrar por abajo, unos se quedaron cubriendo. Abajo ya había una refriega y hubiéramos quedado en medio del fuego cruzado.
De manera que el Comando Iván Marino Ospina, que ingresó al Palacio de Justicia para realizar la denominada Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre, quedó finalmente conformado por 35 guerrilleros (25 hombres y 10 mujeres), seis menos de los contemplados en el plan original.
La entrada violenta de los vehículos al sótano del Palacio, al cual se ingresaba, como ahora, por la carrera 8ª, es descrita por algunas de las personas que se encontraban en el edificio así: “Entró una camioneta y un camión detrás, las varillas golpeaban las lámparas de la luz, no sabíamos de qué se trataba. Por el ruido, no nos dimos cuenta que estaban disparando”.
Otro testigo, que se encontraba en el primer piso, expresó: […] cerca de las 11:30 a. m. del 6 de noviembre, estaba atendiendo a un abogado de apellido Bendeck Olivella cuando escuché un ruido raro en la parte del sótano y pensé que de pronto había sido algo como tubos fluorescentes destruidos. Vi hacia afuera un vigilante el único que estaba en el primer piso que corría con el arma en la mano y grité:
“¡Hermanos, se entró la guerrilla!”, porque todo el mundo hablaba de eso en días anteriores.
Inmediatamente los medios de comunicación, en particular los periodistas de radio que cubrían a diario la Corte, difundieron la “crónica de una toma anunciada”: el M-19 se había tomado el Palacio de Justicia. La información era tan confusa entonces como el desarrollo mismo de los hechos.
Los guerrilleros del M-19 entraron al parqueadero de la edificación a sangre y fuego, disparando de manera indiscriminada, y fueron repelidos rápidamente por algunos de los escoltas de los magistrados que se encontraban allí en ese momento.13 Fueron asesinados dos celadores privados, los señores Eulogio Blanco y Gerardo Díaz Arbeláez, quienes no tuvieron la oportunidad de esgrimir sus armas de escasa capacidad defensiva ante la magnitud del ataque.
Algunos escoltas respondieron valerosamente a los disparos del grupo asaltante. En el fuego cruzado, dos guerrilleros resultaron muertos alias Jorge y la Enfermera y cinco heridos Ariel Sánchez, alias Carlos, Esteban, Orlando y César , lo que sumado a la ausencia del grupo que no logró entrar, frustró rápidamente las posibilidades de que el M-19 pudiera controlar efectivamente el Palacio, de acuerdo con sus planes originales.
El grupo que había ingresado previamente y se había ubicado en las diferentes oficinas del Palacio, al escuchar los primeros disparos desenfundó sus armas y anunció la toma armada por parte del M-19.
En el cuarto piso, Lucía Bermúdez de Sánchez, quien trabajaba en la Sala Laboral de la Corte, a las 11:33 a. m. oyó el primer disparo. Vio que una muchacha que parecía estudiante hacía “tiros con un revólver”.
En el primer piso, el secretario general del Consejo de Estado, Darío Qui ñones, quien había visto al entrar a su oficina a unas mujeres, entre ellas Irma Franco Pineda, hermana de Jorge Franco, a quien él conocía, al poco que “debieron pasar unos pocos segundos desde la entrada por la car. 8ª (sótano) hasta el frente de las escaleras donde nos parqueamos, cuando la carpa fue atravesada por ráfagas que provenían del sector suroriental del parqueadero. […] el abaleo duró unos segundos y cuando sólo se escuchaban disparos esporádicos comenzamos a descender del camión y las jóvenes que había visto al entrar ingresaron a su oficina, les ordenaron tenderse en el piso y dijeron que era un asalto.
Entre tanto, el señor Jorge Tadeo Mayo Castro, administrador del Palacio, quien se encontraba en el primer piso del edificio, también fue asesinado por guerrilleros del M-19. Un empleado del Palacio describió que lo vio cuando “corría despavorido y al momento le dispararon y lo mataron”.
En el mismo sentido, María Luz Arrieta de Noguera, bibliotecaria de la Corte, señaló que “fue asesinado cuando cruzaba el patio, totalmente desarmado, y su cuerpo cayó al lado de la estatua de José Ignacio de Márquez”. Llama la atención, sin embargo, que si bien la causa de la muerte fue el impacto proyectil de arma de fuego, en el protocolo de necropsia correspondiente se registra adicionalmente: “Calcinación cara. Quemaduras de II y III grado en cara, cuello, tórax y extremidades”. Esto indicaría que el cuerpo del señor Mayo Castro fue movido del sitio donde murió y eventualmente alcanzadopor las llamas de uno de los incendios que se produjo en el primer piso.
A esa misma hora, y desde las 9:00 a. m., el comandante de la Escuela de Caballería de la XIII Brigada del Ejército, coronel Luis Alfonso Plazas Vega, se encontraba en el despacho de su suegro, el ministro de Defensa Nacional, general Miguel Vega Uribe, en calidad de asesor técnico del Ministro en la Junta Directiva de Indumil, como lo relató a la Comisión de la Verdad uno de los asistentes a la reunión como delegado del Ministro de Desarrollo Económico.
Al momento de la toma, el señor René Francisco Acuña Jiménez, quien caminaba por la carrera 8ª frente a la puerta del parqueadero del Palacio de Justicia, murió como consecuencia del cruce de disparos.
En los alrededores del Palacio se encontraba un agente de la Policía, destacado en la zona bancaria adyacente a la entrada del parqueadero de la carrera 8ª, quien […] sin contar con ayuda alguna, en forma aislada, hizo valerosamente uso de su arma, respondiendo a los disparos que se hacían desde el interior del Palacio, con tan mala suerte que fue herido y sólo tuvo aliento para resguardarse en un vehículo que se encontraba cerca, quedando durante largo tiempo sin auxilio porque el lugar siguió siendo blanco de los disparos de los guerrilleros, quienes no permitieron que se acercara una ambulancia de la Cruz Roja, que se propuso recogerlo.
Registrada la actuación solitaria del agente de policía herido, y abandonado a su suerte en la vía pública, se hizo presente un contingente de la policía al mando del Subteniente José Fonseca Villada, Jefe del Segundo Turno de Vigilancia de la Cuarta Estación.
El subteniente Fonseca Villada se acercó al Palacio acompañado de los agentes Orobio y Valdés. A ellos se unieron el agente Jaime Alberto Portilla Franco, quien estaba de vacaciones, y otras personas pertenecientes al DAS, al F2 y al GOES. También el ex infante de la Armada Nacional Jorge Arturo Sarria Cobo, luego conocido como “el Rambo criollo”, quien había sido retirado del servicio un año atrás por faltas disciplinarias y luego tendría un papel preponderante, a pesar de su condición de civil, en la retoma del Palacio.
Sarria recibió un revólver de manos del subteniente Fonseca y, junto con el grupo antes mencionado, corrió a la esquina oriental del Palacio para “eliminar” al francotirador del M-19 que disparaba hacia el exterior, e ingresar al edificio. Sin embargo, su propósito se vio frustrado por el fuego proveniente del Palacio, que a la postre produjo la muerte, antes de las 12 del día, del subteniente Fonseca Villada y de otros tres agentes de la Policía, incluido el agente Jaime Alberto Portilla Franco.
Cerca de las 2:00 p. m., Sarria se ubicó al lado del tanque Urutú que ingresó por el sótano del Palacio, lo que le permitió rescatar el cadáver del subteniente Fonseca.
El Comandante de la XIII Brigada, general Jesús Armando Arias Cabrales, según expresó a la Comisión de la Verdad, coordinó y elaboró el plan operativo de manera coordinada durante 30 minutos y consultó al Comando del Ejército; sus órdenes fueron: reacción inicial a cargo del Batallón Guardia Presidencial, el Batallón de Policía Militar aislaría el área para proteger los edificios gubernamentales, la Escuela de Artillería protegería el área suroriental de la Plaza de Bolívar, el Escuadrón Rincón Quiñones estaría en la carrera 8ª y el Escuadrón de Caballería en la Plaza de Bolívar.
Agregó el General: “Para recuperar el edificio y rescatar a los rehenes, procedí con una acción inmediata, sin dar respiro”. Empero, el Plan Tricolor, que constituía el manual de reacción de la fuerza pública, no preveía el rescate de rehenes, únicamente tenía los lineamientos para actuar sin demora y con resultados decisivos.
A sólo tres cuadras de allí, en el Palacio de Nariño, el presidente Belisario Betancur atendía la presentación de cartas credenciales de los embajadores de México, Uruguay y Argelia, cuando fue informado del ataque por el general Caviedes, jefe de la Casa Militar, a las 11:30 horas, a pesar de lo cual no suspendió la ceremonia diplomática. “Las primeras instrucciones las di sobre las 13:00 horas al Ministro de Defensa y al Director de la Policía, y consistieron en restablecer la Constitución, con la cautela de protección de los rehenes y de los guerrilleros”, afirmó Betancur.
A esa hora recibió un casete con la proclama y las exigencias del M-19.
Augusto Ramírez Ocampo, ministro de Relaciones Exteriores, quien se encontraba con el Presidente, expresó a la Comisión de la Verdad que a las 12:30 p. m. terminaron la ceremonia en la que estaban el Presidente, su secretario general (Víctor G. Ricardo) y él. Ramírez Ocampo señala que se comunicó con el general Vargas Villegas, comandante de la Policía de Bogotá, quien le informó que los policías que estaban a los alrededores habían tratado de repeler el ataque.
El entonces comandante del Batallón Guardia Presidencial, coronel Bernardo Ramírez Lozano, expresó que en cuanto conoció la noticia por una llamada de su esposa, se trasladó al sitio de los acontecimientos con un capitán del Batallón y tocó el botón de alarma para reunirlos. Se fue a la Plaza de Bolívar y se dio cuenta de la magnitud del problema. Pasó a la Casa del Florero y con el radio empezó a llamar al Comandante de la Brigada, quien no le contestó, y al Jefe del Estado Mayor, quien le contestó unos minutos después; luego llamó al general Guerrero para informarlo.
Dijo que necesitaba apoyo: tanques y policía militar para acordonar. Según lo relataron varios testigos a la Comisión de la Verdad, en efecto, minutos después de iniciada la toma, hizo presencia el Batallón Guardia Presidencial. Después de las primeras ráfagas hubo silencio.
En el cuarto piso, que alojaba a buena parte de los “rehenes fundamentales”,30 se hallaba el recinto de la Sala Plena de la Corte Suprema, en el ángulo suroriental, y los de las salas Penal, Constitucional y Laboral, en el ángulo nororiental. En este piso estaban, así mismo, los despachos de los magistrados de dichas salas.
Al sentir los disparos, inicialmente los magistrados Ricardo Medina, Manuel Gaona, Alfonso Patiño y Carlos Medellín; el secretario de la sala Constitucional, Ricardo Correal; el citador Héctor Darío Correa, y el vendedor de pólizas de seguros para accidentes de tránsito Gustavo Ramírez se refugiaron en la oficina del magistrado Medina.
Posteriormente los magistrados Patiño y Medellín optaron por irse a sus oficinas con el guardaespaldas del primero de ellos.
Luego empezaron a oír consignas del M-19 y los llamados que hacían los guerrilleros en el cuarto piso a los magistrados de la Sala Constitucional, uno por uno. Los llamaban por su nombre y apellido y luego decían: “Salga usted, respetaremos su vida”.
En ese momento, empezaron a producirse disparos indiscriminados hacia el interior del Palacio, provenientes de francotiradores del Ejército y de la Policía que se encontraban apostados en los edificios vecinos, situación que se prolongó durante varias horas.
Las comunicaciones radiales de la fuerza pública registran así estos momentos:
Arcano 3: R Acorazado 6 va a disparar un rocket sobre la altura del tercer piso en el costado noroccidental cambio.
Arcano 6: QSL QSL, nosotros ya recogimos un poco el dispositivo en este sector, de todas maneras sí recibimos fuego de un edificio, creo que es el Murillo Toro, por la ubicación en que se encuentra en el costado. Desde el costado sur de eso cuando estábamos aquí en la terraza recibimos fuego, ese edificio está totalmente oscurecido, pero hay una ventana en el último piso con el vidrio roto que parece que de allá fue de donde recibimos fuego, siga.
Arcano 3: QSL Arcano 6, ¿entonces qué, Acorazado 6, eh?, ¿disparo el rocket? Cambio.
Arcano 6: R, pero plenamente seguros de que no tenemos tropas allí en ese sector y especialmente en el segundo, que está mano yuca Fracica y está Arcano 22, siga.
Arcano 5: Acorazado 6 de Arcano 5.
Acorazado 6: Siga, Arcano 5.
Arcano 5: Siga, Acorazado. Llama el mayor Fracica, que le acaban de herir un personal unidades propias que están desde la 7ª disparando sobre el sector, cambio.
[…]
Arcano 5: Mire, el mayor Fracica está ubicado en el segundo piso, en el extremo norte del segundo piso, dice que hay unidades que están ubicadas sobre la carrera 7ª y le están dando fuego a él y le acaban de herir un soldado, cambio.
Acorazado 6: Negro, negro, Arcano 5, yo creo que por ese lado… no sé, no se está disparando, cambio.
Arcano 5: Sí se está disparando porque el Mayor está informando lo que le estoy diciendo, él no tiene medio de comunicación y solamente tiene la línea de 500 que está utilizando con nosotros, cambio.
Acorazado 6: Vamos a verificar, Arcano 5. Yo necesito que el mayor Fracica nos dé exactamente la ubicación, la ubicación, cambio.
Arcano 5: Está en el sector nororiental, es decir, está sobre lo que da sobre la carrera 7ª en el segundo piso, está hacia el norte sobre la carrera 7ª de ese edificio, segundo piso, dígame si está, QSL.
Acorazado 6: Arcano 5, estoy QSL no, voy a verificar porque pues el dispositivo lo tenemos sobre la carrera 8ª y sobre la calle 10ª, cambio Arcano 5: Hay alguien en la 7ª que le está disparando, él cree que son propias tropas, si no, hay que entrar a analizar qué es lo que está pasando y quiénes están disparando de la 7ª hacia el edificio, cambio.
Acorazado 6: R Arcano 5, mire, yo necesito que el mayor Fracica eh… Voy a verificar qué tropas están disparándole a ese sector, voy a verificar inmediatamente, cambio.
Arcano 5: Desafortunadamente Fracica él no tiene radio, él no tiene disponible sino una línea 500, vamos a tratar a ver que nos dé el número telefónico para que tome contacto con usted.
Acorazado 6: R Arcano 5, estamos seguros porque es que yo estoy mirando sobre la carrera 8ª ya, estamos tratando de montar una opereta ahí para disparar un rocket cerca al ascensor, entonces necesitamos saber el dispositivo de él para poder hacer un disparo de rocket, ya que en ese sitio parece que están ahí, miran a un sargento y a un soldado, necesitamos es el número telefónico, cambio.
La expresión “mano yuca” es una clave del grado de mayor.
El contenido de estas grabaciones coincide con lo que algunas personas escucharon, angustiadas, desde sus refugios.37 Esas comunicaciones entre militares dan cuenta de la preocupación por evitar el “fuego amigo” y que esos disparos afectaran a los militares que estaban ubicados en el segundo piso.
Mientras tanto, los rehenes que se encontraban en los pisos inferiores, frente al descomunal ruido de los disparos y el rápido ingreso de los tanques, se vieron obligados a permanecer en el piso y con las luces apagadas durante muchas horas para protegerse de los proyectiles disparados dentro del Palacio y desde los edificios vecinos, que fueron desalojados por la fuerza pública.
La situación se hizo aún más difícil por la presencia de gases lacrimógenos a partir, aproximadamente, de la 1:00 p. m., que obligaba a los rehenes a estar tendidos bocabajo o a utilizar, si los tenían a la mano, pañuelos mojados para cubrirse la boca y la nariz.39 Los testimonios coinciden en afirmar que el fuego, junto con los efectos de los citados gases, fueron los principales motivosque llevaron a los rehenes a salir de sus refugios en las horas de la noche del 6 de noviembre.
Al día siguiente, la prensa registró: “Fuentes policiales dijeron que las tropas de asalto han logrado controlar casi la totalidad del Palacio de Justicia y que sólo una parte del cuarto piso está en poder de los guerrilleros, que se escudan en sus rehenes. Agregaron que están utilizando gases lacrimógenos para hacer salir a los guerrilleros y lograr su rendición”.