Por: Diego Calle Pérez. Profesor e Investigador Social.
CORTO Y PUNTUAL
En un rincón del alma, es la canción con que triunfará el cantautor Argentino y registra miles de copias y de intérpretes en América Latina. Nace en Rancul, Provincia de la Pampa Argentina, en 1940, hoy con 75 años, su salud se deteriora cada día, después de una carrera de afanes y vaivenes que supo sopesar entre la derrota y la esperanza. No fue fácil abrirse camino con su estilo de poeta, con versos musicalizados. La canción mensaje apenas comenzaba en Europa con Edith Piaf.
Alberto Cortez se dio a conocer en Colombia en el año 1982, con un único concierto en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, le vinieron años seguidos de contratos para América y Colombia fue de los países donde prefería hacer escala de contratos y quedarse varios días. Mi encuentro con Alberto Cortez fue por la complicidad de mi padre que conoció su música en México por los años del 60, grabando su tema “un cigarrillo, la lluvia y tú”. Encontré el LP en la radiola Motorola de la casa en la sala junto a la imagen del sagrado corazón de Jesús, desde aquel día no dejo de escuchar su filosofía de la vida, con algunos regresos a los poemas de Machado y Hernandez de España, musicalizados por su amigo Joan Manuel Serrat.
Las páginas de la vida de Alberto Cortez se encuentran en dos libros: Equipaje y Soy un charlatán de feria, donde aparecen sus poemas que se musicalizaron con la dirección de Zito Zelante y la producción de Hispavox. Las canciones que marcan la discografía del maestro- poeta, músico y cantante, se destacan entre tantas: Callejero, La Vida, Camina Siempre Adelante, Distancia, Castillos en el aire, Como el primer día, Las palmeras, Alma mía, Parábola para uno mismo y trecientas más.
Me duele la enfermedad que postra al amigo que tanto formo mi conducta de vida cotidiana y me enseño mucho de la política en América Latina. Por muchos años tuvimos una buena comunicación de tertulia, que terminaba después de hacer un concierto en Colombia o en Ecuador. Tuve la gran suerte de conocer de cerca al gran maestro de la voz gruesa en el escenario, entregándose de un todo a su público, que esperaba las canciones que inspiraba un verso al perro, a la rosa y al amor desolado. Muchas veces me afirmó que su carrera empezó a sus 40 y tantos años, los otros fueron un ensayo a la vida y a la lucha que se proyectó alcanzar.
Alberto Cortez, con un oído muy potente detectaba que baterista no llevaba el compás en el escenario y aconsejaba a su pianista que nota podía durar más mientras el cantaba a capela. Mi árbol y yo, su canción más querida por los Puertorriqueños se convirtió en un himno musical que popularizo Danny Rivera. Su discografía es una brillante producción de dedicación en letras y notas musicales que armonizaba en cada tono de su voz.
En un rincón el alma, se guardó en los buenos tiempos del gran Alberto Cortez que tanto nos hizo vibrar con sus canciones y su temperamento, su carácter que penetró en cada uno de los que nos denominamos la inmensa minoría que nunca nos aburrió su canto y sus anécdotas de tiempo y lugar. Hoy nos parece que su vida pende de ese milagro que tanto recito en sus inspiraciones. Esto es un homenaje a quien nos ofreció un vino para beber de sus canciones, compartir su alegría y su tristeza.
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