Por Mauricio Botero Caicedo
En días pasados, el New York Times publicó un insensato y sesgado editorial en que le echa la culpa al ex – presidente Uribe de entorpecer la paz en Colombia.
El Centro Democrático le ha enviado a dicha publicación una sensata respuesta que considero oportuno compartir con mis lectores:
“Consejo Editorial
The New York Times
Re: Editorial: “El hombre que está bloqueando la paz en Colombia”
Nos referimos a su editorial del 14 de octubre de 2016, titulado: “The Man Blocking Peace in Colombia”.
Para empezar, el texto muestra el total desconocimiento de la situación política actual de Colombia, de lo que dice en las 297 páginas de los acuerdos de La Habana y del proceso democrático del 2 de octubre y su campaña previa, donde hubo una victoria del NO.
Sus afirmaciones constituyen una ofensa para los millones de colombianos que nos opusimos a un acuerdo que daba impunidad total a los autores de delitos de lesa humanidad, los premiaba con participación política y curules directas en el Congreso, dejaba en alto riesgo la economía y la inversión privada en el país y sustituía la Constitución al elevar las 297 páginas al bloque de constitucionalidad, comprometiendo nuestra democracia, las arcas del Estado y la autonomía de las regiones indefinidamente, para otorgar todas las prebendas a las FARC. Algo que la democracia estadounidense nunca permitiría.
Fueron muchos los desequilibrios y la falta de garantías que el Centro Democrático tuvo que enfrentar durante la campaña del plebiscito: todo el presupuesto del Estado estuvo volcado a hacerle publicidad al Sí y negaron los recursos del No; el Gobierno coaccionó a los empleados públicos, intimidó a los empresarios y a los medios de comunicación. Además, se les dijo a los alcaldes y gobernadores que si querían inversión, tenían que apoyar el Sí. A pesar de ello, muchos colombianos, además de aquellos que se identifican con las ideas del expresidente Álvaro Uribe, decidieron votar a conciencia por el No, sin ser engañados, como lo sugiere equivocadamente su editorial.
Precisamente, el partido Centro Democrático ha venido haciendo sus propuestas sustentadas en lo dicho durante la campaña, y acaba de entregar a los delegados del gobierno el documento ‘Bases de un Acuerdo Nacional de Paz’, que contiene unos lineamientos generales sobre aspectos de fondo, procurando que con ello se logre un nuevo acuerdo que incluya a la totalidad de los colombianos, con el fin de que haya verdadera paz. Estas propuestas se vienen haciendo desde que se venían publicando los acuerdos firmados por el gobierno y las Farc.
Nosotros siempre hemos reiterado que queremos la paz, pero una paz justa que no premie el crimen ni entregue nuestra democracia al terrorismo. En el gobierno del expresidente Álvaro Uribe, se desmovilizaron más de 53 mil guerrilleros y paramilitares y nunca se negoció la agenda nacional con ellos. Ahora que solo se desmovilizarán 5.700 terroristas, se pone en riesgo el país y el futuro de las familias. Claro que hay que ceder en la búsqueda de la paz, pero sin poner en peligro la institucionalidad del país y teniendo un equilibrio entre paz y justicia. Así se hizo en el proceso de Justicia y Paz, donde se logró la entrega de más de 30.000 hombres alzados en armas, y donde los autores de crímenes de lesa humanidad fueron condenados a penas de hasta 8 años de cárcel.
Nos preguntamos, ¿por qué hay que negociar con las FARC las políticas antidrogas, cuando el gobierno del presidente Juan Manuel Santos dejó que el país pasara de 47 mil hectáreas en 2010 a 200 mil en 2015? ¿Por qué negociar la titulación y expropiación de tierras, la burocracia del Estado, si Colombia no es una dictadura sino una democracia? Y claro que comprometen al sector privado en los acuerdos, porque desmotivan la inversión y generan una pérdida de competitividad.
Si se trata de buscar responsables, la responsabilidad recae en el presidente Juan Manuel Santos, quien nunca escuchó lo que el expresidente Uribe proponía y lo que muchos colombianos decían, sino que obstinadamente se dedicó a entregarle todo a las FARC y pretendía que todos aceptáramos lo que firmó.
Es ahora cuando esperamos del Nobel de Paz, que responsablemente escuche a la mayoría que votó No y haga cambios profundos a los acuerdos, en coherencia con la voluntad política que expresó en ese sentido y a la cual se han sumado las FARC.
Exigimos al New York Times, respeto por Colombia. El Centro Democrático acudió a las urnas con el mismo sentimiento en común de quienes votaron por el Sí y de quienes se abstuvieron: todos queremos la paz. Nuestro voto no nos hace ignorantes, sino que reafirma nuestro compromiso de seguir defendiendo los valores democráticos que hacen posible esa paz.
Por eso, hacemos una invitación a ustedes y a la comunidad internacional, para que en lugar de desvirtuar la realidad, contribuyan a que el presidente Juan Manuel Santos cumpla su mandato y modifique los acuerdos por los cuales Colombia democráticamente votó NO.”
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