Debo empezar diciendo que, si escogí a este personaje en particular, es porque previamente consulté a través de internet acerca de los mejores tatuadores de Bogotá, y en muchas páginas aparecía reincidente el nombre de Alan Ramírez.
Este ejercicio cualquiera lo puede hacer: buscar en google el nombre de Alan Ramírez más la palabra tatuajes y luego buscar en imágenes. Sin duda, aparecerán trabajos de buena calidad y con un realismo tremendo que sin lugar a dudas muestran el nivel de este artista. Sin embargo, su profesionalidad tristemente quedó en entre dicho cuando por fin concerté una cita para mi primer tatuaje.
Siempre he sentido una pasión por los lobos, aquellos animales que casi siempre son los malos del cuento, o de la película y hasta de los dichos. “Es un lobo con piel de oveja” (…)
El espíritu del Lobo es el Gran Maestro, el que nos enseña cual es el camino a seguir. Puede ser el guía ideal, el que conoce el camino espiritual y puede enseñarlo. Los lobos tienen un gran sentido de la familia y son leales y fieles a su pareja, aun cuando mantienen claramente delimitada su individualidad.
Estando seguro de lo que quería, agendé la cita. Alan me contestó el mismo día un correo electrónico y me comentó que cobraba a un millón de pesos por la sesión, que solo hacia un tatuaje al día y que si quería agendar la cita tendría que realizar un adelanto.
Me dio un número de teléfono de contacto para comunicarnos por WhatsApp y efectivamente el mismo día le hice un abono de 400.000 mil pesos, para que me agendara la cita el sábado 28 de enero.
A partir de acá comienza a torcerse la historia. Ya hecho el giro por efecty el día 19 de enero, no tuve razón de él sino hasta el día 26 de enero (7 días después). Él estaba de paseo. Eso se entiende, uno se desconecta y deja el trabajo atrás. Sin embargo, yo acababa de realizarse una transacción por 400 mil pesos, que, si bien no es una millonada, yo la considero una suma significativa, y solo pedía una confirmación de que recibió el dinero y que la cita estaba agendada, un simple okey, un guiño, un meme, lo que fuera. Pero no, solo silencio durante 7 días.
El hombre efectivamente como ya escribí, se reportó el día 26 de enero y me agendó para el sábado 28 de enero a las 2:00 pm.
Ya todo estaba listo, pensé yo. El abono hecho, el día y la hora fijada y todos los nervios de mi primer tatuaje la noche previa al sábado señalado.
El local queda muy cerca a Unicentro y llegue como a la 1:00 p. m. a ese centro comercial para comer algo con mi con mi hijo y pasar el tiempo viendo vitrinas. De pronto una llamada. Era Alan quien me advertía que estaba realizando otro tatuaje y que por favor llegara hacia las 4:00 pm.
¿No había dicho que solo hacía un tatuaje por día? No importa, el dinero hay que buscarlo y si puede hacer dos tatuajes al día pues bien por él. Eso pensé y acepté con resignación llegar dos horas después.
A las 4:00 p. m. Alán no había terminado de tatuar. Me senté con mi hijo y solo 90 minutos después este personaje me recibió. Me pidió que por favor le enseñara el tatuaje que me iba a realizar (el mismo que previamente le envié cuándo agendé la cita para saber si aceptaba o no el trabajo), y tomo su tableta y comenzó a buscar lobos reales con las características del que yo tenía como modelo.
En este ejercicio tomó más de una hora. Como ya he escrito, es la primera vez que me iba a realizar un procedimiento de estos y no sé si esto sea normal, pero quizás dejaría una mejor sensación si el artista muestra que previamente ha estudiado el diseño y que tiene todo listo e incluso llega a sugerir mejoras.
Luego de la nueva espera me mostró el diseño y ambos quedamos conformes. Pero, un nuevo pero surge en este momento cuando Alan me dice que no tiene impresora para tener en papel la figura y proceder a realizar el calcado (no sé cómo se llama ese procedimiento).
Por favor, ¿cómo no va a tener impresora un tatuador que cobra un millón de pesos por sesión? El local no era de él, lo tomó prestado para realizar los últimos trabajos antes de salir del país…. Esa fue la explicación. ¿Y yo tengo la culpa? ¿Esto es ser profesional? El tema es que tuvo que salir a imprimir y tomó 45 minutos más… Ya eran cerca de las 7:00 p.m. y yo aún no tenía ni un tinte de un tatuaje que quedó de empezar a las 2:00 p.m.
Volvió y OTRO pero surge. Como no tenía impresora entonces tenía que realizar un procedimiento a mano, lo cual le llevaría más de una hora realizarlo. En ese momento pensé que él ya había hecho un tatuaje ese día y que era mejor que estuviera descansado y todo listo para la mañana del día domingo, así que acordamos que a las 9:00 de la mañana del otro día empezaríamos el retrasado procedimiento.
Amanece el domingo y ya voy en camino cuando hacia las 8:40 de la mañana me llama un “auxiliar” de Alan y me informa que el sujeto solo llegará al estudio hacia las 2:00 p. m. A las 9:00 a. m. Hora de cita, Alan me escribe que un asunto personal le impide llegar a la hora señalada y que tenga “mucha fuerza, paciencia y sabiduría”.
En este punto le pido respeto por mi tiempo, y le pido el favor de realizar ese mismo día la devolución del dinero. Él me contesta que nos vemos a las 2:00 pm. (como si no hubiera leído el mensaje que yo le escribí) y durante todo el día no vuelve a escribir absolutamente nada, cuando yo esperaba que al menos ese día me devolviera el dinero.
El lunes 30 de enero de 2017 yo ya estaba absolutamente iracundo con el tipo. Me hizo perder dos días de mi vida y parecía que no le importaba. El domingo no me devolvió el dinero y el lunes tampoco a pesar de que me escribió ese inicio de semana hacia las 9:00 de la mañana que en un rato me hacia la consignación.
El martes 31 de enero le escribí por enésima vez para que me devolviera el dinero y él me contestó que en media hora podría retirar por efecty. Esperé dos horas, fui a una filial de esa empresa y… NO había consignación. De nuevo le escribí y le exigí la devolución, pero no me contestó nada.
Yo ya casi estaba seguro de haber perdido el dinero, por lo que pensé hacerle una denuncia penal por estafa. A las 5:00 de la tarde me escribió alguien que no sé quién era para decirme que ya se había hecho el giro y esta vez fue verdad.
Más que una pastoral, estas líneas son un desahogo por la frustración que sentí y por el tiempo que perdí. El profesionalismo, señor Alan Ramírez, no solo se mide en la calidad de sus trabajos, sino también en el servicio que ofrece y cómo lo ofrece. Me queda claro que usted dista mucho de ser un profesional del tatuado y tan solo es un sujeto con mucho talento y que su irresponsabilidad pasa de lejos la línea del irrespeto.
El buen nombre suyo, al menos para mí, no existe.
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