Economía

Tensión ante primer cara a cara entre el FMI y el nuevo Gobierno de EE.UU.

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Cuando se celebró la pasada reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), en octubre pasado, la Presidencia estadounidense de Donald Trump solo era una hipótesis. Seis meses después, es una realidad que genera preocupación global por su defensa del proteccionismo y críticas al multilateralismo.

Esta semana, durante la asamblea de primavera del FMI y el Banco Mundial en sus sedes del centro Washington, a apenas cuatro manzanas de la Casa Blanca, tendrá lugar el primer encuentro formal entre la institución encargada de velar por la estabilidad económica global y el nuevo Gobierno de la principal economía del planeta.

Por ahora, Trump se ha limitado a insistir en su agenda de “Estados Unidos primero”, y ha mantenido una cordial distancia con el Fondo, organismo del que es el principal accionista y único de los 189 países miembros con capacidad de veto.

Sin embargo, en los últimos días, y pese al diplomático ambiente del inicio de las reuniones antes de la llegada de los ministros y banqueros centrales internacionales a partir de mañana jueves, ya han saltado las primeras fricciones.

La directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, insistió la pasada semana en Bruselas en identificar “el proteccionismo como una clara amenaza” y advirtió contra “las heridas auto-infligidas” a las que lleva.

Lagarde es muy cauta a la hora de evitar mencionar explícitamente a Trump, pero el mensaje no arroja dudas sobre el destinatario.

Esta semana, el secretario de Comercio de EE.UU., Wilbur Ross, agarró el guante y calificó de “estupidez” las acusaciones del viraje de su país hacia el “proteccionismo”.

“Ellos (Europa, Japón y China) hablan de libre comercio, pero de hecho practican el proteccionismo. Y cada vez que hacemos algo para defendernos, incluso contra las pocas obligaciones que tienen, lo llaman proteccionismo. Es una estupidez”, dijo Ross en una entrevista con el diario Financial Times el martes.

En el seno del Fondo no se oculta la inquietud acerca del cambio de rumbo por parte de Washington, tras haber sido la punta de lanza de la defensa del libre comercio y la globalización en las últimas décadas.

En su anteproyecto presupuestario, Trump ha planteado recortes a las aportaciones al Banco Mundial y adelantado su intención de no aumentar los fondos para instituciones multilaterales.

Por su parte, el FMI elevó esta semana las previsiones de crecimiento para EE.UU. a un 2,3 % este año y 2,5 % el próximo, pero a la vez alertó del peligro del auge de aislacionismo para el orden económico global y advirtió que el alza en la confianza de los mercados financieros estadounidenses no está respaldada por los datos.

El representante estadounidense en el encuentro que reúne a los líderes económicos globales será el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, con experiencia en Wall Street y considerado como un moderado en el brazo económico del Gobierno de Trump.

Por ello, las delegaciones participantes se muestran expectantes ante el rostro que exhibirá Washington en el encuentro.

“La mayoría de la gente vendrá aquí para tratar de tener una idea de qué plantea Trump. Pero la mayoría francamente se marcharán disgustados, ya que Trump gobierna día a día sin una estrategia real o núcleo ideológico”, señaló a Efe Jacob Kirkegaard, investigador del centro de estudios Peterson Institute for International Economics.

Ante la reciente suavización de las posiciones por parte de Washington, Kirkegaard reconoció que “aunque ahora parece menos probable que el gobierno estadounidense lleve adelante políticas salvajemente proteccionistas o de confrontación, el rumbo sigue pareciendo esencialmente nebuloso”.

Aunque Trump ha retirado a EE.UU. del Acuerdo Transpacífico (TPP), sus planes de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá parecen haberse suavizado y la amenaza de designar a China como manipulador de divisa no se ha materializado.

Estas novedades parecen dar la razón a los analistas que apuntaban que el pragmatismo se acabaría imponiendo a la beligerancia en la Casa Blanca.

Un buen indicador de donde se encuentra ahora exactamente el gobierno estadounidense será la conversación pública prevista para el sábado al cierre de la asamblea del FMI entre Lagarde y Mnuchin. Con EFE