–A raíz de las inundaciones que se registraron durante la primera temporada de lluvias de 2017, la capital del país ha mejorado los conocimientos sobre mitigación del riesgo, según lo advirtieron catedráticos de la Universidad Nacional.

Los profesores Fernando Montenegro y César Ruiz, en el programa Observatorio de Gobierno Urbano, del Instituto de Estudios Urbanos (IEU), coincidieron en señalar que las autoridades de la capital y la misma ciudadanía aprendieron la lección.

Al respecto, recordaron que el decreto 1807 de 2014 incorporó la gestión del riesgo en la revisión de los planes de ordenamiento territorial (POT), después de lo cual ciudades como Bogotá han avanzado en la mitigación del riesgo y el conocimiento de las amenazas, reseña un informe de la Agencia de Noticias U.N.

Según el profesor y arquitecto Montenegro, Bogotá pasó de registrar inundaciones en las que el agua cubría el 70 % de la Sabana, a afectaciones en 11 barrios de ocho localidades: “hemos venido aprendiendo y empezamos a tener la tecnología para resolver estos problemas”.

En ese sentido, se refirió a la temporada de lluvia 2010-2011, una de las más fuertes en la historia de Colombia, cuando se inundaron todas las cuencas del río Tunjuelo y Bogotá: “la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá ha ejecutado obras que impidieron que tragedias como esta se repitieran”.

No obstante, consideró que todavía se tiene el problema de que la desembocadura del río Tunjuelo sobre el río Bogotá se da en lo que se llamaría “el sifón de la Sabana”, que es el punto más bajo.

El problema está en la capacidad tecnológica que tiene el país para resolver fenómenos naturales y ahí también juega un papel fundamental el ordenamiento. La pregunta que se hace el docente es: “¿hasta dónde logramos a través de este solucionar las problemáticas de crecimiento de la ciudad de forma integral para que esto no nos pase?”

El profesor César Ruiz coincidió con lo dicho por el docente Montenegro y agregó que el ordenamiento territorial empieza a ser determinante para mitigar estos fenómenos.

Una de las razones por las que Bogotá sigue presentando inundaciones tiene que ver con el antiguo sistema de drenajes o alcantarillados. El profesor Montenegro hizo alusión especialmente al área central de la ciudad, “donde tenemos alcantarillados combinados por donde van las aguas negras y las lluvias al mismo drenaje”.

Tenemos que aprender que vamos a tener calles encharcadas en algunas épocas del año. Parte de la noción ambiental que tenemos que entender es que vivimos en un mundo dinámico en el que estas cosas pasan y tenemos que tomar las prevenciones para mitigar el riesgo, sostuvo.

Deprimido de la 94, obra inconclusa

Una de las emergencias que más escandalizó a la ciudadanía fue la inundación del recién inaugurado deprimido de la calle 94 (norte de Bogotá), una obra que costó cuatro veces más de lo presupuestado y que tardó alrededor de ocho años por entrar en funcionamiento.

Sobre esta, el profesor Montenegro aseguró que en los estudios previos ya se había anunciado que construir un deprimido presentaba dificultades en cuanto al riego de inundación.

Para el docente, esta obra no se terminó correctamente, pero esta Administración –que pudo haber sido cualquiera– tomó la decisión de abrirla sin tener la garantía de tener todo terminado, porque la ciudad lo necesitaba por la alta afluencia de tráfico en esa zona.

Aunque los profesores resaltaron el avance de la capital del país, también reconocieron que a la ciudad le quedan varios retos por enfrentar, entre ellos empezar a incorporar en la planificación y la gestión las nuevas tecnologías con capacidad técnica, financiera e incluso política.

Otro de los retos técnico-políticos de la gestión de una ciudad como Bogotá es simultáneamente administrarla y planificarla, de ahí que la actual Administración tiene la responsabilidad de materializar una ciudad que sea capaz de mitigar los riesgos y adaptarse al cambio climático. (Información de la Agencia de Noticias E.N.)