–Ante la problemática del consumo de sustancias psicoactivas y la alta tasa de recaídas, el violinista Jorge Andrés Caballero, magíster en Musicoterapia de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), diseñó una propuesta de intervención para prevenir casos de reincidencia.
La metodología se aplicó en 14 pacientes –3 mujeres y 11 hombres–, usuarios del Centro de Atención en Drogodependencia (CAD) del Hospital Santa Clara, al sur de Bogotá.
Durante 17 sesiones se buscó que los participantes, entre los 20 y los 60 años, utilizaran la música como herramienta para afrontar los motivos de su dependencia a las drogas y de sus recaídas.
El investigador señala que es recomendable que la intervención musicoterapéutica se desarrolle después de que los pacientes hayan pasado por la etapa de desintoxicación y de atención psicológica, para trabajar la fase de inserción social con esta metodología.
Advierte que algunas de las razones para volver a caer en la adicción se originan cuando el paciente afronta una situación de estrés, se siente frustrado por la incapacidad para realizar alguna actividad o cuando está pasando por una depresión, entre otras razones.
Según el Observatorio de Drogas de Colombia, el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas determinó que en Bogotá cerca de 105 mil personas están en situación de abuso y dependencia de cualquier sustancia ilícita (marihuana, cocaína y bazuco).
De esta cifra, y basados en el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (Nida, por sus siglas en inglés), la tasa de recaída para personas tratadas por abuso y dependencia a sustancias se encuentra entre el 40 % y el 60 %.
Manejo de miedos
Para iniciar el tratamiento los pacientes llenaron un formato de preferencias y antecedentes musicales, además de un cuestionario sobre hábitos de consumo, recaídas y autoeficacia percibida, que se enfoca en la capacidad para manejar ciertas situaciones, como su disposición para salir del problema de la drogodependencia.
Durante 17 sesiones de 60 minutos, los pacientes realizaron actividades como cantar, improvisar, tocar un instrumento –como el xilófono y la tambora–, identificar el ritmo y el tiempo, al igual que parodiar algunas canciones como ejercicio de expresión corporal, entre otras dinámicas.
En el proceso se identificó cómo eran sus relaciones con su círculo familiar y los episodios de “presión social” por los que pasaron. También ayudó a evocar momentos de sus experiencias de consumo, en las que se identificaron como responsables de su condición actual o reconocieron que familiares o amigos los condujeron por el camino de las drogas.
“Varios pacientes se sentían identificados con las canciones de El Puma, Raphael, Mercedes Sosa y Nino Bravo, porque eran dicientes y las letras –llenas de metáforas– los conectaban con sus emociones, lo que los llevaba a reflexionar sobre la problemática de la prevención”, explicó el musicoterapeuta.
Así mismo el tratamiento permitió compartir las herramientas con las que afrontan las situaciones de ansiedad y experimentar el proceso de escuchar y prestar atención para comunicarse mejor.
De las 14 personas que fueron tratadas con musicoterapia, entre 5 y 7 asistieron de manera regular a las sesiones. En ese sentido, los resultados variaron en cada uno de ellos. Mientras una persona que asistió a 15 sesiones mostró su disposición para trabajar y explorar sus aptitudes en la música, hubo quienes asistieron a 12 o menos y se mostraron pasivos o reacios a participar en las actividades. Por su estado de ánimo, algunos se conectaban o se retraían en las sesiones, subraya el investigador.
Cabe señalar que aunque el Gobierno nacional –en cabeza del Ministerio de Salud y las autoridades distritales– ha realizado esfuerzos por mitigar la situación de drogadicción, los casos siguen aumentando.
En 2010 se crearon cerca de 284 CAD en el territorio nacional, para brindarles servicios de psicología, educación física, terapia ocupacional y trabajo social a los consumidores.
Por otro lado, aunque la musicoterapia aún se considera como una disciplina emergente y algunos sectores privados y entidades académicas la han implementado, en países como Australia, Irán, Estados Unidos y Argentina, entre otros, están aplicando este modelo para comprender, prevenir y mitigar el daño que genera el uso, abuso y dependencia a las drogas. (Información y foto de la Agencia de Noticias U.N.)