En Colombia, la actividad equina conjuga la diversión y el placer con uno de los muchos negocios que ofrece el sector agropecuario, del cual viven no menos de 130.000 personas para quienes es su principal medio de vida.
Así las cosas, tenemos que en el país funcionan 48.000 criaderos, empresas pecuarias que generan empleo a miles de colombianos y demandan productos y servicios de la economía formal.
Ahora, la actividad es toda una cadena productiva que implica tres dimensiones: la agrícola, la del espectáculo y la del comercio.
La primera, en su relación directa con la producción de los cultivos de forrajes, la producción de henos y otros productos para la dieta de los animales, mientras la equinaza es demandada para la elaboración de compost o como combustible.
En cuanto al espectáculo mismo, por lo menos, dos veces por semana se realiza una exposición equina de cualquiera de los grados que se tienen establecidos, por lo que no hay localidad del país donde no se realice una de estas.
Las exposiciones mueven la economía local de los municipios donde se organizan: comercio, servicios, movilidad de animales y escenarios públicos, entre otros, giran a su alrededor.
Estos espectáculos reflejan lo que han representado los equinos en la sociedad, pues de forma indirecta han propendido por conservar este patrimonio cultural del país por lo que terminaron siendo depositarios de los ancestros, arrieros y colonizadores que forjaron el caballo criollo colombiano, el animal de monta más suave del mundo.
Alrededor de las exposiciones se han constituido empresas que generan empleo y demandan productos y servicios, complemento con otras actividades netamente comerciales como la sombrerería típica, la industria marroquinera y la herrería (toda una profesión en los países desarrollados).
En tercer lugar, está el comercio derivado de la compra y venta de equinos, así como la genética, desde los ‘saltos’, las pajillas y los embriones, hasta los programas de biotecnología reproductiva que se han puesto en marcha en los criaderos de animales.
Esto demanda el trabajo de médicos veterinarios especializados en biotecnología, así como de personal técnico y todo tipo de productos e insumos para la dotación de los laboratorios y la comercialización de los productos finales.
Tras lo expuesto anteriormente, el sector equino urge de una política integral que promueva las tres dimensiones expuestas, por ejemplo, facilitando la reducción de los costos de las transacciones comerciales relacionadas con las ventas de animales.
Otras de las herramientas de política pública, necesarias para que el Gobierno abrace al sector, son la formalización de los registros que lleva Fedequinas y la rebaja a cero del impuesto IVA para el material genético equino, lo que llevaría a que se aprovechen las condiciones para generar riqueza.
Decisiones de este tipo deberán ir de la mano con la promoción del caballo de paso fino colombiano, de la misma forma que los recursos públicos (Presupuesto General de la Nación y parafiscalidad) han ayudado a la promoción y fortalecimiento de otros subsectores del agro.
Otra actividad lúdica que se realiza también con la misma intensidad es las cabalgatas, en las que muchos colombianos han tenido su primer contacto con los equinos, de la mano de la diversión y la compañía de familiares y amigos.
También, hoy muchos restaurantes campestres ofrecen paseos asistidos en su zona perimetral del sitio, dirigidas a todos los miembros de la familia, las que buscan incentivar el gusto de menores y adultos por el caballo.
Pero si de pasear en caballos se trata, las cabalgatas han venido tomando fuerza durante el presente siglo; es más, hay empresas dedicadas exclusivamente a hacerlas, bien sea como paseos por las áreas rurales y otras con fines netamente ecológicos.
También, ya de mucha más envergadura, por el número de animales son el banderazo inicial de las festividades patronales o cívicas de muchos municipios.
No menos importante es la llamada equinoterapia, empleada como tratamiento de varias enfermedades, particularmente las relacionadas con la discapacidad infantil.
A pesar de no tenerse una base científica que la demuestre como un procedimiento efectivo para la cura, al mundo le sobran testimonios de padres que han visto la mejoría de sus hijos en aspectos emocionales, motores y de socialización, tras haberlos sometido a la equinoterapia.