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El mar de coca en el que flota Colombia: Los cultivos aumentaron de 146 mil a 171 mil hectáreas

–El último informe elaborado por el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) reporta un incremento del 17%, al pasar de 146.000 hectáreas en 2016 a 171.000 en 2017.

Sin embargo, el organismo internacional afirma que Colombia todavía podría mejorar algunos aspectos clave en su lucha contra la producción de cocaína y al efecto destaca que los datos del monitoreo indican que en las zonas donde se desarrollaron acciones de control de cultivos de coca (erradicación forzosa o voluntaria), los cultivos bajaron 11%.

Sin embargo, advierte, esta intervención solo se logró en el 14 % del territorio afectado. Para lograr un mayor impacto se requiere no solo mejorar la articulación y la cobertura, sino identificar nuevas estrategias que se adapten mejor a las condiciones de los territorios, precisa el informe.

La vispera, en respuesta inicial a este informe, el presidente Iván Duqque anunció que para enfrentar los cultivos ilícitos, en los próximos días presentará una política integral contra las drogas, que incluye, entre otros, el fortalecimiento de la interdicción aérea, marítima y terrestre, así como erradicación y sustitución con desarrollo alternativo.

Estos son otros hallazgos relevantes que destaca el informe del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC):

En los departamentos de Antioquia, Putumayo, Norte de Santander y Cauca se encuentra el mayor incremento de cultivos de coca: 64%.

El departamento de Nariño y el municipio de Tumaco continúan siendo las zonas con más coca en el país, aunque en Tumaco los cultivos se redujeron en un 16%.

La mayor reducción se presentó en el departamento de Guaviare, donde se reportaron 1.915 hectáreas menos que en 2016.

El 80% de la coca se encuentra en las mismas zonas en las que ha estado durante los últimos 10 años.

El 33% de los cultivos de coca se ubica en zonas a más de 10 kilómetros de centros poblados y el 34%, en áreas que en 2014 eran bosque.

El 16% de la coca está a menos de 10 kilómetros de una frontera. Las fronteras con Venezuela y Ecuador son las más afectadas.

Hoy, los cultivos producen 33% más hoja que en 2012.

Los precios de la hoja de coca fresca, la pasta básica y el clorhidrato de cocaína cayeron 28%, 14% y 11%, respectivamente.

Las incautaciones de cocaína aumentaron un 20% en 2017.

Entre otras acciones de 2017, se cuentan el fortalecimiento de la intervención en los complejos de transformación, el incremento de la erradicación forzosa y la firma de los primeros acuerdos de erradicación voluntaria con las comunidades.

Se estima que la producción potencial de cocaína alcanzaría en el mercado local un valor de 2.700 millones de dólares. En este sentido, existe una profunda preocupación por el capital derivado de la economía de las drogas, el cual menoscaba los esfuerzos de construcción de paz, debilita la cultura de la legalidad, fortalece los grupos armados y puede llegar a deslegitimar las instituciones democráticas a través de la corrupción y los flujos financieros ilícitos.

Resumen

Los cultivos de coca en Colombia venían incrementándose desde 2013 a un ritmo promedio de 45% anual, pasando de 48.000 ha en 2013 a 146.000 en 2016.

Este incremento constante sucedió en el marco de las negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC y en una transición en la estrategia de lucha contra los cultivos de coca. En dicha transición se suspendió la aspersión aérea, se incrementaron las metas de erradicación manual, se formuló el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS) y se promovió la acción integral en los diferentes eslabones de la cadena del narcotráfico.

A diciembre 31 de 2017 el área sembrada con coca en Colombia tuvo un incremento del 17% (25.000 ha) respecto a la medición de 2016, alcanzando las 171.000 hectáreas.

El 64% del incremento se encuentra en los departamentos de Antioquia, Putumayo, Norte de Santander y Cauca. Nariño (7 % de incremento) sigue siendo el departamento más afectado por los cultivos de coca a pesar de que el cultivo creció menos allí que en el resto del país.

Tumaco sigue siendo el municipio más afectado del país a pesar de que la coca se redujo en un 16%. La mayor reducción se presentó en el departamento de Guaviare, donde se reportaron 1.915 hectáreas menos que en 2016. El 33% de los cultivos de coca se encuentra en zonas aisladas a más de 10 km de cualquier centro poblado. El 34 % de los cultivos de coca identificados está en zonas que en 2014 eran bosque.

El área productiva sufre un aumento considerable del 33%, llegando hasta las 167.400 hectáreas en 2017. Esta área representa la estimación de la superficie cultivada de coca que ha contribuido a la producción de hoja de coca fresca durante el periodo de análisis.

La diferencia entre los incrementos de área neta con cultivos de coca (17%) y el área productiva (33%), puede explicarse por el hecho de que en 2016 hubo un gran incremento de nuevos cultivos de coca que comenzaron a ser productivos en el 2017.

El camino a seguir

Colombia todavía podría mejorar algunos aspectos clave en su lucha contra la producción de cocaína. Los datos del monitoreo indican que en las zonas donde se desarrollaron acciones de control de cultivos de coca (erradicación forzosa o voluntaria), los cultivos bajaron 11%.

Sin embargo, esta intervención solo se logró en el 14 % del territorio afectado. Para lograr un mayor impacto se requiere no solo mejorar la articulación y la cobertura, sino identificar nuevas estrategias que se adapten mejor a las condiciones de los territorios.

El Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS) logró la vinculación de 54.027 familias al programa en 2017, mientras que en junio de 2018 pasaron a ser 77.659 familias. Es necesario advertir, que los resultados de este esfuerzo aun no son totalmente detectables en este reporte de monitoreo porque a la fecha de corte del censo, muchas familias vinculadas aún se encontraban en el tiempo acordado para cumplir con el
proceso de erradicación.

La iniciativa del PNIS tiene una oportunidad de mejora a partir de la articulación efectiva con otras estrategias de desarrollo rural. La erradicación forzosa debería actuar en los lotes de coca donde los cultivadores no se acogieron a los acuerdos para lograr territorios continuos, libres de coca. La persistencia de los cultivos de coca en territorios de intervencióndel PNIS reduce la sostenibilidad del esfuerzo, expone a las comunidades y retrasa la transformación de los territorios.

Un tema fundamental para revertir la tendencia de los cultivos de coca tiene que ver con la comunicación. La selección apropiada de interlocutores con la comunidad, la adopción de mensajes claros y la implementación de sistemas de registro de acción objetivos y confiables, son fundamentales para evitar incentivos perversos y mejorar la confianza en la información.

La transformación de los territorios sigue siendo el camino más claro para lograr la paz y el desarrollo en las zonas afectadas por los cultivos de coca. Esa transformación es posible si se supera la mirada centrada en el lote de coca y se entiende y actúa sobre las complejidades de los territorios.

Esto implica, no solo pensar en las unidades productivas donde se siembra coca sino en los vecinos no cultivadores, los centros poblados más cercanos y los centros de mercado que pueden articular la actividad lícita. Por otro lado, es necesario identificar alternativas realistas para las zonas aisladas en donde la posibilidad de integración con los centros poblados es difícil; alternativas que incorporen instrumentos de conservación y que contribuyan a la estabilización de la intervención sobre los bosques y a la reducción de la deforestación.

Por esta razón, es necesario retomar la discusión sobre conservación y desarrollo para diseñar estrategias que contribuyan a la solución del problema de los cultivos de coca en los parques naturales y sus zonas de amortiguación; el 5 % de la coca está dentro de los parques y otro 27 % está a menos de 20km de un parque. La coca sigue siendo una gran amenaza para la diversidad biológica y cultural de Colombia; el 10% de la coca está en resguardos indígenas y 16 % en tierras de las comunidades negras.

Finalmente, vale la pena mencionar que el aumento de la disponibilidad de cocaína en los mercados internos y externos, al parecer no incide directamente sobre el precio.

De acuerdo con los reportes del Informe Mundial de Drogas (https://www.unodc.org/wdr2018/en/mapsand-graphs.html), la DEA y del European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction (EMCDDA), los precios de la cocaína en mercados de consumo han permanecido en relativa estabilidad mientras que sus niveles de pureza han aumentado considerablemente.

Los desafíos son múltiples, no solo para Colombia y su innegable compromiso de lucha contra la producción de drogas, sino para la comunidad global. La consolidación de la paz debe ir acompañada de una presencia institucional capaz de ofrecer condiciones de seguridad y respeto por la ley que faciliten la acción del estado y promuevan la reducción de las vulnerabilidades y la transformación de los territorios.