El huracán Michael, una tormenta monstruosa que dejó un reguero de destrucción en el sureste de Estados Unidos, se cobró hasta el momento trece muertos en tres estados antes de internarse este viernes en el océano Atlántico, aunque las autoridades temen que la cifra de víctimas aumente mientras avanzan las tareas de rescate.
El número de muertos se elevó al sumarse dos nuevas víctimas en Carolina del Norte, estado que ya había sido golpeado por el huracán Florence el mes pasado. Según confirmaron los Servicios de Emergencia del condado de McDowell, las dos personas fallecieron la noche del jueves, cuando el vehículo en el que se trasladaban chocó contra un árbol caído en la carretera.
El total de muertes relacionadas con la tormenta Michael en Carolina del Norte trepó a tres, que se suman a otras cinco en Virginia, cuatro fallecidos en Florida y un muerto en Georgia.
Las autoridades temen que el número de muertos continúe creciendo. “Se espera que el balance general aumente entre hoy y mañana a medida que avanzamos a través de los escombros”, dijo a CNN Brock Long, jefe de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA).
En la misma línea, el senador republicano por Florida Marco Rubio dijo que su “sensación es que encontrarán más víctimas”.
Unos 2.000 efectivos de la Guardia Nacional de Florida continuaban trabajando en las operaciones de recuperación, a los que se sumaba la labor de unos 3.000 miembros de FEMA.
Michael tocó tierra el miércoles cerca de Mexico Beach, una localidad a unos 30 km al sureste de Panama City, como un huracán de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, con un máximo de 5, degradándose luego a ciclón postropical y alcanzando por último el Océano Atlántico en Virginia, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC).
Según las autoridades, más de un millón de hogares seguían sin suministro de electricidad este viernes: 350.000 en Florida, medio millón en Carolina del Norte y más de 500.000 en Virginia.
El presidente Donald Trump prometió ayuda a los damnificados. “Nuestros corazones están con las miles de personas que han sufrido daños materiales, en muchos casos la destrucción ha sido total”, dijo el mandatario. “No descansaremos ni vacilaremos hasta que el trabajo esté terminado y la recuperación, completa”.
Casas flotantes
Los vientos de 250 kilómetros por hora arrasaron desde el miércoles a varias casas en Mexico Beach, localidad de unos 1.000 habitantes, dejando losas de concreto al descubierto.
A otras casas les faltaban techos o paredes. Las carreteras estaban intransitables y los canales estaban atestados de escombros.
Un residente de Mexico Beach describió el impacto de la marejada ciclónica a CNN: “Cuando el agua entró, las casas comenzaron a flotar”, dijo el hombre identificado como Scott.
“Teníamos muebles en nuestra casa que ni siquiera eran los nuestros. La oleada había traído cosas”, agregó.
“Ya no queda nada más aquí”, dijo sobre la ciudad. “Nuestra vida se ha ido. Todas las tiendas, todos los restaurantes, todo. Es difícil de entender”, se lamentó.
Las imágenes mostraban botes arrojados sobre los patios y calles plagadas de árboles y líneas eléctricas derribadas.
La cercana Panama City también parecía un escenario de guerra.
Allí, Margaret Decambre, de 48 años, pasó la tormenta en su condominio de cuatro pisos. “El viento era tan fuerte que empujaba el agua a través de ventanas y puertas”, relató Decambre.
“Es una devastación total: no hay energía, no hay agua, no hay comunicación”, describió.
El gobernador de Florida, Rick Scott, calificó la situación como “una devastación impensada”, y dijo que la prioridad era buscar sobrevivientes entre las personas que no evacuaron la zona.
“Estoy muy preocupado por nuestros ciudadanos que no evacuaron y solo espero que no tengamos muchas pérdidas de vidas”, dijo Scott a la cadena ABC.
En tanto, el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, precisó que un centenar de personas habían sido rescatadas y muchas más habían sido evacuadas debido a las inundaciones en ese estado.