El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, terminó la cumbre del G7 con una victoria en su particular guerra comercial con China, después de que el Gobierno de Pekín le pidiera volver a la mesa de negociaciones en busca de un acuerdo.
Trump, que había incendiado la relación con China el viernes antes de viajar a Biarritz al anunciar mayores aranceles contra sus productos y amenazar con una retirada de las empresas estadounidenses de ese país, logró que Pekín le comunicara su deseo de reanudar las negociaciones de alto nivel.
China “se opone firmemente a un recrudecimiento de la guerra comercial” con Estados Unidos y prefiere “negociaciones tranquilas”, afirmó este lunes desde el gigante asiático el responsable negociador de Pekín, el viceprimer ministro chino Liu He.
Trump, cuyo agravamiento de la tensión comercial había hundido las bolsas y preocupado a sus socios del G7 el viernes, pudo presentar la comunicación de Liu al secretario estadounidense del Tesoro, Steven Mnuchin, como un triunfo.
Y aunque volvió a atacar duramente lo que considera prácticas depredadoras de Pekín en el comercio internacional, no dejó de tender una mano a China al insistir repetidamente en que es “un gran país” y en que su presidente, Xi Jinping, es “un gran líder”.
“Las conversaciones comenzarán pronto”
Las nuevas conversaciones podrían comenzar “muy pronto”, confirmó Trump, visiblemente complacido, incluso si no hay ninguna garantía de que ambos gobiernos vayan a alcanzar un acuerdo en un espinoso asunto que ya lleva casi un año y medio.
El presidente estadounidense no descartó retrasar o cancelar los aranceles a China, cuya entrada en vigor está próxima, ya que habrá negociaciones “más significativas de las que ha habido hasta ahora”.
Trump consideró que China quiere esa negociación porque “ha perdido muchos empleos” por la guerra comercial y busca “una solución sensata”, pero recalcó que su país afronta la situación “en una posición más fuerte para lograr un acuerdo justo para todos”.