Tumaco es un paraíso al que se le conoce como la Perla del Pacífico, porque en sus playas se encontró la que es catalogada la perla más grande en el mundo vista hasta el momento. Dentro de sus lugares exóticos se encuentran Cabo Manglares, del Gallo, La Barra, El Morro, el Bajito Tuma, Punta Cascajal y la isla de Bocagrande. Unos kilómetros selva adentro, dejando el puerto y sus playas, su selva virgen se convirtió en una región parcialmente deforestada que a través de los años ha dejado la siembra de coca.
En estas selvas don Goyo trabaja insaciablemente desde hace años en la reforestación para recomponer los daños que ha dejado el narcotráfico en este lugar del pacífico colombiano. “Si nosotros destruimos la naturaleza nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Por eso si cortamos 10 árboles, sembramos 20”, contó don Goyo que dejó los cultivos ilícitos por el del cacao.
A fuerza de voluntad los campesinos del lugar hoy dividen su tiempo entre los cultivos de palma de aceite y del cacao para reforestar los lugares donde la siembra de coca ha dejado huellas imborrables y daños irreversibles. “A todas las 49 veredas de nuestra región le hemos trasmitido el mensaje que reforestar es bueno, porque queremos apostarle a la paz de Colombia”.
En la selva húmeda el tiempo pareciera que pasa lento pero cargado de expectativas para estas familias afrocolombianas que se han entregado de lleno a reemplazar los cultivos ilícitos por los de palma de aceite y cacao. Atrás quedó esta zona fértil que se había entregado a los cultivos de coca que dejaron a su paso hectáreas de bosque sin vida y especies sin hogar.
Para las voces expertas la devastación provocada por el narcotráfico en la naturaleza de la zona representa un daño a los ecosistemas de un siglo para que vuelvan a rehacer. “Recomponer todos los servicios ecosistémicos y toda la interacción que tiene la flora, la fauna y el agua podría tardar entre 50 y 100 años».