Varias zonas de la Universidad sufrieron daños como consecuencia de las fuertes lluvias en la Bogotá, esto deja en evidencia la falta de mantenimiento de las instalaciones por la falta de recursos y el abandono de los últimos gobiernos nacionales a una de las universidades más importantes del país.
El día de ayer vimos una fuerte granizada en la ciudad de Bogotá que logró cubrir de blanco e inundar varias zonas de la ciudad y por esto, en la de la Universidad Nacional de Colombia, varios edificios presentaron problemas de filtración de agua e inundaciones. Es triste ver por ejemplo situaciones en donde los estudiantes deben proteger los libros, escasos también, para que no se mojen después de una filtración de agua dentro de una biblioteca, como ocurrió en la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales y en la Biblioteca Central o ver como partes de la Facultad de Ingeniería y del SINDU tienden a inundarse, como pasa en pasillos, aulas y oficinas administrativas. Ello representa un riesgo para la vida de los miembros de la comunidad académica y una situación en contra de la dignidad humana.
Lo anterior demuestra las precarias condiciones de infraestructura con las que cuenta dicha institución, las cuales pueden poner en riesgo la vida e integridad de las personas, principalmente de los jóvenes que buscan mejorar sus condiciones y obtener oportunidades a través de una Universidad Pública, de alta calidad en sus programas de formación y bajos costos de matrícula. Peor aún, se vuelve un obstáculo para la prestación del servicio. Miremos, en particular, el comunicado de la vicerrectoría anunciando la suspensión de actividades académicas en las Facultades de Ingeniería y Derecho para evaluar las condiciones de los edificios.
Vale la pena recordar el edificio de arquitectura, el cual se tumbó por problemas en su estructura. O la facultad de artes, la cual en este momento está siendo intervenida por la Universidad por grandes fallas que hacen inestable el edificio. O la facultad de derecho cuando se le cayó una vez el techo en el segundo piso.
Esto no puede seguir pasando, el gobierno nacional y los directivos de la Universidad Nacional de Colombia deben propender por la calidad en la prestación del servicio de educación superior, conforme lo señala la constitución política y la ley 30 de 1992. Cuestión imposible si las condiciones físicas lo impiden o no permiten un óptimo desarrollo. Por lo anterior, resulta entendible la inconformidad de los estudiantes en las calles solicitando una mejor educación para todos y todas. De manera que los hechos presentados ayer demuestran que la cuestión no solamente es de cobertura, lo cual es indispensable, sino también de una planta física capaz de soportar y permitir que aproximadamente 26.000 personas que estudian en la sede de Bogotá puedan hacerlo sin obstáculos.