–Al espaldarazo que brindaron al régimen de Venezuela los gobiernos de Cuba y Nicaragua no se han sumado muchas más voces en la región. Honduras y Bolivia felicitaron a Nicolás Maduro, pero, ante las críticas recibidas de parte de la oposición, el gobierno de La Paz explicó que solo se atuvo al protocolo. Perú, en las antípodas, reconoció el triunfo electoral de la oposición venezolana, abanderada por de Edmundo González Urrutia. Aunque no lleguen tan lejos, muchos otros países presionan, también desde la izquierda, demandando a Caracas que haga públicas las actas electorales y que los escrutinios sean examinados.
Daniel Aurelio Parodi, historiador, analista y docente de la Universidad de Lima, considera que a nivel mundial hay un fenómeno de división de la izquierda, entre una “que ha permanecido radical, pseudomarxista, autoritaria”, y una que se ha volcado más hacia la socialdemocracia y hacia agendas culturales progresistas. Y eso se refleja en la región.
“Lo que está pasando con la Colombia de Petro, con Lula, en Brasil, con Boric, en Chile, que ha tenido un rol muy protagónico,- y ojalá que pronto se manifieste también México-, es que están marcando distancias con el régimen autoritario de izquierda de Nicolás Maduro”, indica a DW. “Entonces, nos enfrentamos a una división saludable, me parece, de la izquierda latinoamericana. La mayoría de los países de izquierda, que son de izquierda democrática, se están sumado a los países liberales democráticos, de otra ideología, que están condenando tanto la dictadura de Maduro como el aparente fraude electoral del domingo”.
Democracia vs. autocracia
“La actitud del régimen venezolano es tal, que, efectivamente, obliga a tomar posiciones al respecto en función de principios, pero, de todos modos, hay matices”, plantea, por su parte, Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, en Colombia. “Es muy difícil defender al régimen, porque no ha entregado resultados, y a pesar de eso ha proclamado vencedor a Nicolás Maduro, y eso no es justificable bajo ningún estándar de elecciones democráticas. Por lo tanto, los únicos países que han reconocido la victoria de Maduro son países autoritarios o semiautoritarios”, dice a DW. En su opinión, “hay una lógica más bien de régimen democrático versus autocracia, y no tanto de afinidad ideológica”. Destaca, en este sentido, que entre los que han adoptado una posición más firme hay gobiernos de derecha, como el de Argentina, o un gobierno de izquierda, como el de Chile. Pero otros gobiernos de izquierda han sido más cautelosos.
Basset matiza, en general, el peso que se asigna a los criterios democráticos. Y ofrece un ejemplo diferente: “El Salvador es apoyado por gobiernos de derecha, sin reparos con los derechos humanos y con los problemas que se presentan desde el punto de vista de la democracia. Creo que todavía hay cálculos políticos y cercanías ideológicas que se manifiestan claramente en las reacciones de los gobiernos latinoamericanos ante este tipo de hechos”.
Falta un centro “en el que se respeta la posición del otro”
Parodi analiza el fenómeno en el contexto global. “Me parece, con o sin Maduro, que se está configurando un nuevo escenario donde se enfrentan conservadores y progresistas, más que los antiguos derechistas e izquierdistas del siglo XX”, dice. Y hace notar que la izquierda progresista se decanta por la democracia. “Finalmente, es el mundo de la era posterior a la Guerra Fría, donde cayó el socialismo real de la Unión Soviética, un mundo en que China decidió ser políticamente autoritaria pero económicamente capitalista, con lo cual me parece que el espacio de izquierdas radicales, de izquierdas autoritarias, se reduce mucho en América Latina”.
El problema es, según Parodi, que “ambas posturas, conservadora y progresista, tienen muy poca vocación de diálogo. Un fenómeno mundial es la polarización política. Nos estamos quedando sin ese centro en que se respeta la posición del otro, ese centro en el que el republicanismo y la democracia son banderas”.
El impacto en América Latina
Por lo pronto, en Venezuela la situación sigue candente y la región permanece tensa ante las posibles repercusiones. El catedrático de la Universidad de Lima plantea tres interrogantes: ¿Se mantendrá esta vez Maduro? Si se mantiene, ¿habrá una segunda oleada migratoria? Y, en tal caso, ¿qué van a hacer los países de la región con una migración tan multitudinaria? A este último no tiene respuesta.
Complejo es el panorama que vislumbra Yann Basset: “Particularmente para Colombia, sería un retroceso complicado. El gobierno colombiano ha apostado mucho a una normalización de las relaciones con Venezuela”, dice. En el plano interno venezolano no es menos nuboso el horizonte: “Si finalmente Maduro logra quedarse, va a radicalizar su postura y dejará a la oposición un poco contra la pared. No hay canales de participación ni de diálogo político”.
El historiador Parodi tampoco se muestra muy optimista. “En América Latina solemos decir que las dictaduras son más represivas cuando se acercan al final. Adoptan posiciones defensivas, son absolutamente intolerantes, porque se sienten cercadas. La expulsión de siete embajadores, la ruptura de relaciones internacionales que posiblemente todavía se multiplique, nos muestra una Venezuela casi en la orfandad internacional… Es un contexto muy complicado el que se viene”. (Información DW).