–(Foto Parques Nacionales, Colombia). La biodiversidad, es decir, la variedad de todos los seres vivos de la Tierra, está desapareciendo. Esto se debe a que los seres humanos siguen llevando a los ecosistemas al borde del abismo mediante la quema de combustibles fósiles, agricultura intensiva, urbanización y contaminación.
En los últimos 50 años, las poblaciones de vertebrados se han desplomado un 73%, según un informe reciente del grupo conservacionista WWF, mientras que los científicos estiman que alrededor de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinguirse, algunas en las próximas décadas. La diversidad de organismos vivos interconectados es la base de los ecosistemas sanos, y la pérdida de una sola especie puede alterar el intrincado equilibrio.
Para hacer frente a estos retos, casi 200 países firmaron, hace dos años, un acuerdo histórico de la ONU sobre biodiversidad para salvaguardar la naturaleza. Ahora, miles de responsables políticos, empresarios y grupos de la sociedad civil se reunirán en la ciudad colombiana de Cali, desde el 21 de octubre hasta el 1 de noviembre, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad, COP16, para seguir los avances del acuerdo y abordar cuestiones espinosas como la financiación.
Se trata de una tarea crucial porque, según los expertos, el declive de la biodiversidad también amenaza el bienestar social y económico de miles de millones de personas. “Si no protegemos nuestra naturaleza, en realidad estamos socavando nuestras economías, estamos socavando nuestra agricultura, y no seremos capaces en el futuro de alimentar a una población de 10.000 millones de personas en este planeta”, declaró a DW Astrid Schomaker, Secretaria Ejecutiva del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica.
Lentos avances en los planes de biodiversidad
Los líderes reunidos en la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad de 2022 establecieron ambiciosos objetivos para proteger el 30 % de las zonas terrestres y marinas a finales de la década. El acuerdo, que es para la biodiversidad lo que el Acuerdo de París es para el clima, también pretende restaurar el 30 % de las zonas degradadas.
“Ya fue muy difícil llegar a un acuerdo, pero el reto está por delante, porque ahora los Estados tienen que poner en práctica lo que han acordado”, dice a DW Florian Titze, analista de política internacional de WWF.
Para ayudar a seguir los avances y garantizar que los países cumplen los objetivos acordados, se pidió a los gobiernos que presentaran estrategias y planes de acción nacionales sobre biodiversidad (EPANB) actualizados antes de la cumbre sobre biodiversidad de Cali. Hasta la fecha, sólo 23 de 196 países lo han hecho. “Sólo nos quedan otros 5 años hasta 2030. Si la implementación de las promesas no comienza ahora, es probable que no alcancemos los objetivos para 2030”, advierte Titze.
Se espera que la conferencia de este año aborde los obstáculos que dificultan la actualización y aplicación de los planes de acción. “Lo que a menudo nos frena es la discusión con otros sectores que sienten que la política medioambiental los perjudica o es problemática para la competitividad», señala la responsable de biodiversidad de la ONU, Astrid Schomaker.
Quién pagará las facturas del gasto en biodiversidad será el tema de debate en Cali. En la última cumbre, los países desarrollados se comprometieron a recaudar 25.000 millones de dólares anuales para 2025 y 30.000 millones para 2030 en ayuda financiera para que los países de renta baja protejan su biodiversidad.
Sin embargo, según un informe reciente, hasta la fecha de publicación de este artículo, sólo dos países -Noruega y Suecia- habían cumplido su parte del objetivo.Y unos 23 de los 28 países analizados “están pagando menos de la mitad de lo que prometieron”.
En una rueda de prensa previa a la cumbre, la ministra colombiana de Medio Ambiente, Susana Muhamad, pidió a los países desarrollados que aumentaran lo prometido “ya que necesitamos dar una señal de que los compromisos que se acordaron (…) van por buen camino”.
Los países también acordaron destinar 200.000 millones de dólares anuales a salvaguardar la biodiversidad de aquí a 2030 a través de fuentes públicas y privadas, y se espera que los negociadores hablen de cómo se recaudará esta enorme suma a tiempo.
Según Astrid Schomaker, en la agenda figuran soluciones de financiación que equilibren la conservación de la naturaleza con las necesidades económicas. Los créditos de biodiversidad son una de las herramientas que se barajan. En teoría, estos sistemas permitirían a las empresas compensar los daños ambientales comprando créditos a organizaciones o proyectos que protejan o restauren la naturaleza. Sus defensores afirman que monetizar la naturaleza de este modo incentivaría la protección, mientras que sus detractores dicen que los créditos son una herramienta que invita al lavado verde. También están sobre la mesa los canjes de deuda por naturaleza, que consisten en aliviar la deuda de un país a cambio de inversiones en conservación.
Otro debate importante girará en torno al uso de datos genéticos de la naturaleza y los ingresos que se derivan de ese uso, como en el sector farmacéutico, donde la secuenciación del ADN de las plantas usadas para producir medicamentos puede generar beneficios multimillonarios.
Aunque los incentivos económicos pueden ayudar, los expertos advierten que deben ir acompañados de medidas concretas y voluntad política para lograr un cambio duradero. “Si perdemos los ecosistemas y un clima tolerable, la vida humana tal como la conocemos dejará de ser posible en este planeta”, concluye Titze, de WWF. (Información Katharina Schantz, DW).