Bogotá

Las zonas con más contaminación en Bogotá son Kennedy y Bosa por falta de zonas verdes

–(Imagen UNAL). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica es uno de los mayores riesgos ambientales para la salud humana y una de las principales causas evitables de muerte y enfermedad global; de hecho, casi toda la población mundial respira aire que excede los límites de los parámetros establecidos, que es de alrededor de 5 microgramos por metro cúbico (µg/m3).

En Bogotá el panorama es alarmante; por ejemplo, una investigación adelantada por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) utilizó por primera vez algoritmos de inteligencia artificial (IA) para determinar las principales localidades de la ciudad que entre 2008 y 2021 tuvieron una relación más notoria con la exposición prolongada a material particulado de 2,5 micras (MP2,5) –partículas tóxicas emitidas por gases de vehículos, fábricas o construcciones– y muertes prematuras, y evidenció que las localidades de Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar tienen mayor riesgo de muerte por contaminación ambiental.

En estas localidades de Bogotá el incremento de habitantes, las vías sin pavimentar y un terreno plano dificultan la dispersión de las partículas contaminantes como el hollín o el polvo, mientras que en zonas como Chapinero, por su cercanía a los cerros Orientales, los “filtros” naturales que proporciona la vegetación facilitan la reducción de la polución. Impulsar la construcción de zonas verdes, incrementar en el transporte público el uso de vehículos eléctricos, e involucrar a las comunidades en actividades de monitoreo de calidad del aire son medidas que mitigarían esta problemática.

Teniendo en cuenta que dicha realidad exige una mejor gestión distrital de la contaminación del aire en Bogotá, la calidad del aire fue un tema central en las políticas públicas de la ciudad, especialmente durante la transición entre las administraciones de Enrique Peñalosa (2016-2019) y Claudia López (2019-2023).

Una nueva investigación de la UNAL, esta vez adelantada por la Maestría en Gobierno Urbano, analiza cómo abordaron ambos gobiernos este problema crítico en la capital. Para ello, la estudiante Bibiana de Carmen Ibarra Vargas utilizó herramientas de macrodatos (big data), un software diseñado para recopilar, almacenar, procesar y analizar grandes cantidades de datos, lo cual permite extraer información importante.

El primer paso fue delimitar el concepto de estudio, eligiendo la calidad del aire como la condición ambiental central a evaluar. Para ello se definió el periodo de estudio entre 2018 y 2020, con un enfoque en los últimos años del gobierno de Peñalosa y los primeros años de la administración de López. A partir de ahí se recolectaron datos de factores como la infraestructura, la movilidad y la urbanización que influyen en la calidad del aire.

Así, se utilizaron los datos obtenidos por las estaciones de monitoreo de calidad del aire, las cuales fueron estratégicamente ubicadas durante el gobierno de Peñalosa en áreas como Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar, y permitieron registrar las concentraciones de contaminantes en diversas partes de la ciudad.

Entre los hallazgos del trabajo se encontró que como algunas calles están sin pavimentar, las partículas de la tierra –el polvo– se dispersan por el ambiente afectando la calidad del aire.

Cabe resaltar que Kennedy y Bosa, con mayor población, carecen de suficientes zonas verdes y enfrentan una topografía plana que dificulta la dispersión de contaminantes. Por otro lado, zonas como Chapinero, situadas cerca de los cerros Orientales, tienen una mejor calidad del aire y una mejor ventilación por los “filtros” naturales.

La investigadora destaca que, “la administración de Peñalosa se enfocó principalmente en soluciones técnicas como la medida del pico y placa ambiental, mientras que la de López incorporó un enfoque más amplio, con énfasis en la sostenibilidad y la equidad social como las “manzanas del cuidado” que buscaron llevar a las mujeres a un espacio más cercano a sus hogares, donde pudieran estudiar, emprender, emplearse, ejercitarse, recibir orientación jurídica y psicológica y hasta lavar su ropa y la de su familia totalmente gratis”.

Además, a partir de 2020 se promovieron iniciativas como la Declaratoria de Emergencia Climática (Decreto 790), en la que se reconoce esta emergencia como un asunto prioritario de gestión pública y se definen lineamientos para la adaptación, mitigación y resiliencia frente al cambio climático; con esta se creó el Panel Distrital de Cambio Climático, además de otra iniciativa que fue la conformación de una Mesa Permanente de Calidad del Aire.

La investigadora centró su análisis no solo en los problemas, sino que además incluyó propuestas concretas para mejorar la calidad del aire en Bogotá. En ese sentido, en su trabajo recomienda aumentar las zonas verdes en áreas como Kennedy y Bosa, donde la contaminación es más alta. Además sugiere promover tecnologías limpias en el transporte público fomentando el uso de carros eléctricos

“Es fundamental impulsar una gobernanza abierta, entendida como la manera de involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones para garantizar que el poder sea ejercido de manera transparente, justa y equitativa, promoviendo la participación ciudadana a través de herramientas como la ciencia ciudadana, lo que hoy les permite a los habitantes de Bogotá monitorear la calidad del aire y sentirse más involucrados en la toma de decisiones sobre las políticas ambientales”, concluye la investigadora. (Información Agencia de Noticias UNAL).

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